Pigmalión buscó durante años una esposa que cumpliese los ideales de la mujer perfecta. La búsqueda no dio sus frutos, entonces decidió que no se casaría y que dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía en su interior, a la creación de su mujer ideal. El rey Pigmalión esculpió una estatua que cumplía todas sus expectativas y le gustó tanto, que quiso que se convirtiera en un ser real. Afrodita, diosa del amor, hizo que su sueño se hiciera realidad, la llamó Galatea.